- No sabes cuánto tiempo estuve esperando este momento, Midori Gurin.
- Tú eres... tú has sido...
La arrastré al Club de Ocultismo. Cerré la puerta.
- AAAAAAAAAH, SOCORRO, AYUDA
Reí nerviosa y le clavé el cuchillo en el pecho. Midori había sido derrotada, por fin. Nunca iba a volver a aguantarla más. Se acabaron los mensajes estúpidos.
En ese momento la daga dejó de arder, y fue en ese momento cuando el anillo de Sakyu empezó a despedir una luz rojiza. El supuesto poder que me iba a sacar de un apuro...
Y fui a mi antiguo Club de Kárate, recordé esos tiempos haciendo artes marciales con Budo y los demás... Ahora esos tiempos nunca iban a volver. Saqué la llave y probé a abrir el armario, entonces vi una katana de un metro de largo.
La cogí.
- Es la hora de la verdad.
Comprobé que llevaba algo importante en la media: la carta para mi Senpai... Y me fui de allí.
Algún que otro estudiante se me quedó mirando y diciendo: "QUÉ HACES CON ESO! ES PELIGROSO!" Pero no avisaron a nadie, ni siquiera a los profesores. Tampoco las cámaras de seguridad hicieron soltar la alarma ¿Acaso Megami había advertido a todo el mundo?
Salí del edificio y corrí hacia el cerezo, el famoso cerezo que unía para siempre parejas que se confesasen junto a él. Mi corazón dio un vuelco cuando vi a Senpai mirando las flores atentamente. Esa hermosa cara, ese pelo oscuro meciéndose, esos ojos ensoñadores... mi Senpai... el amor de mi vida...
- ¿Yan-chan?!
Me miró asustado. Se había percatado de que llevaba la katana. No me salieron las palabras, estaba totalmente bloqueada. Y además me había llamado por ese nombre...
- Y...o... t.e...qu...
- Se acabó, Aishi-chan.
Megami Saikou salió de detrás del árbol. Fruncí el ceño de la rabia, si no fuera por ella, tal vez Senpai y yo... Sin embargo, lo que más me sorprendió fue que ella llevaba otra katana ¿Desde cuándo ella infringía las normas del instituto llevando armas? La miré a los ojos, tal vez fuese la primera vez que me sintiese tan decidida delante de Senpai.
- Te equivocas, se acabó para ti, Saikou.
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